En 2005, a Sebastián Deyn se le ocurrió armar la movida que implicó la donación de tierra, sembrar y que voluntarios ayudaran en la recolección. Este fin de semana fue la chocleada 230 y se sumaron jóvenes de un club de la zona. Piden apoyos para seguir creciendo.
Informe especial Gustavo Molina/Clarín
La mañana está fría en Monte Cristo. Los chicos de tres escuelas de la zona y del M-17 de rugby del Jockey Club de Córdoba escuchan ansiosos a Sebastián Deym, el creador de La Chocleada, una movida solidaria que involucra a estudiantes, empresarios y ONG’s que tiene el fin de dar alimento a quienes más lo necesitan.
La fórmula que apunta a generar solidaridad a través de la responsabilidad social empresaria es simple: un productor dona una hectárea de maíz; chicos de distintos colegios la cosechan a mano y se involucran socialmente; empresarios “compran” esa producción, y los choclos o maíces son donados a la Red Argentina de Bancos de Alimentos que decide dónde irán, convertidos en comida, como leche en polvo, arroz o pastas secas.
“La Chocleda” comenzó en 2005 en plena salida de la crisis, cuando Deym, un porteño que eligió internarse en el interior del interior, vio en la tele a Mónica Carranza, la fundadora del comedor “Carasucias” y decidió involucrarse socialmente. Así nació la ONG MovilizaRSE, que además de la cosecha comunitaria de maíz sumó otros dos programas “La Papa Solidaria” y “La Naranjada”, que en estos 11 años alimentaron a casi 8 millones de argentinos y uruguayos.
“Esta década nos enseñó a poner el cuerpo para darle una mano a quien más lo necesita. Porque una mano que no se da, es una mano que se pierde”, le cuenta Deym a Clarín.
Y agrega: “Pero ahora vamos por más, no queremos que la solidaridad quede en la anécdota de un día; sino apuntamos a crear valor agregado social, que los chicos que vienen a La Chocleada se involucren con su escuela, su manzana, su pueblo y su país. Si los chicos siguen haciendo trabajo solidario en sus pueblos, nuestra tarea está cumplida: generamos conciencia”.
Esta vez, además de las escuelas IPEM 363, “Instituto Parroquial” de Monte Cristo e IPEM 396 de Mi Granja; participaron jugadores de rugby del M-17 del Jockey Club de Córdoba.
“Es una experiencia hermosa poder ayudar a los demás. Nosotros con el otro colegio de Monte Cristo elegimos ayudar a una fundación y un centro para discapacitados”, cuenta Lucrecia Rinero Bulchi (16) que cursa 5º año en el Parroquial.
“Más allá del trabajo que hicimos, de pasar frío y cansarnos, el mensaje que nos queda es muy lindo, nos ponemos en la piel de quien tiene necesidades y aprendemos a valorar lo que tenemos. Acá en nuestra zona hay gente que tiene necesidades y vive en casas muy precarias”.
Por su parte, Octavio Filippa (17), capitán del M-17 del Jockey Club señaló que “esta experiencia nos mejoró como personas, como grupo humano”. Y contó que “la charla final fue muy conmovedora, porque te muestra donde estás parado, te hace abrir los ojos, la mente y la cabeza. Te muestra otro mundo”. Junto a Octavio, participaron 24 compañeros de su equipo de rugby, quienes compararon La Chocleada con su trabajo en la cancha: “Fortalecés el trabajo en equipo, siempre sabés que un compañero va a estar al lado tuyo y que nunca te va a abandonar”.
La cosecha de este fin de semana se realizó en un campo de Julián Baldulciel, de la empresa Invexar, además participaron voluntarios de la planta de Cargill en Río Primero. En la chocleada en Monte Cristo eran 140 adolescentes y 40 mayores.
“La novedad, este año, es que las donaciones se realizan debatiendo y por consenso. Dos representantes o delegados de cada escuela defienden por qué la donación debe ir a la institución que ellos eligieron. Pero como son varias instituciones que participan, se llega a un acuerdo evaluando las necesidades”, detalla Deym.
En 11 años se realizaron 230 chocleadas y sólo en 2016 se van a donar entre 800 mil y un millón de raciones de comida.