Malestar, crisis, fatiga y deterioro son términos con los cuales se ha adjetivado a la democracia contemporánea, por parte de analistas y estudiosos de todo el planeta. Una de las cosas que más nos llama la atención en toda evaluación que hacemos como ciudadanos, es el cumplimiento de las promesas de campaña que realizan los candidatos a los cargos públicos.
Por eso, hoy nos preguntamos ¿qué podemos esperar de los gobiernos en las gestiones municipales que están comenzando en nuestra región? Para realizar nuestro análisis y procurar una respuesta recordemos, en primera instancia, cuáles han sido las principales promesas realizadas durante las campañas de este año.
En Monte Cristo, en el acto de cierre de campaña para intendente, el ahora Gobernador Martín Llaryora y el ahora Intendente Daniel Haniewicz prometieron a los asistentes la realización de un loteo, un parque industrial, una escuela proa, un paseo cultural y terminar el polideportivo que hace años está inconcluso y estancado.
En Malvinas Argentinas, Llaryora junto a Gastón Mazzalay prometieron la realización de un puente sobre la autovía de la Ruta 19, y el Intendente, que luego fue reelecto con más del 62% de los votos, en el discurso de cierre de campaña prometió 100 cuadras de asfalto, el cordón cuneta para la tercera sección de la ciudad y un loteo social.
En Mi Granja y Capilla de Remedios otros casos similares.
¿Podrán nuestros gobernantes cumplir con estos compromisos? ¿Qué podemos esperar de todas esas promesas? En principio debiéramos ser optimistas porque en los últimos años se vio una tendencia de los funcionarios a mostrar el cumplimiento de sus promesas; particularmente en la propaganda de los gobiernos que llevan la leyenda “cumplido” o “bien compromiso cumplido”, se ve así una intención de la clase política de cumplir sus compromisos.
La duda que tenemos proviene de la crisis que comienza a manifestarse más agudamente en nuestro país. La crisis hace pensar que esa tendencia a rendir cuentas mostrando el cumplimiento de la palabra por parte de nuestros políticos, será difícil de continuar. En las últimas semanas, el Presidente Milei y sus funcionarios han reiterado en numerosas ocasiones el achicamiento del estado y la reducción del gasto público, afectando principalmente la obra pública que será llevada a cero. Además, el deterioro de la economía producto de la recesión y la estanflación que anticiparon Milei y el actual Ministro de Economía Caputo, afectará severamente los municipios por otras dos vías, por un lado se verá disminuida la capacidad contributiva de los ciudadanos para financiar las obras y, por otro lado, la población más vulnerable se verá afectada y recurrirá al municipio en busca de ayuda para cubrir sus necesidades básicas.
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Sumado a este contexto crítico, hay otro elemento a considerar: los municipios enfrentan situaciones críticas propias de sus gobiernos locales y ciudades. En Malvinas Argentinas, pese a las obras realizadas en los cuatro años que lleva Mazzalay, éstas no han sido suficientes para recuperar el enorme déficit de infraestructura que tenía la ciudad cuando asumió en 2019 y aún falta mucha inversión para dotar a Malvinas de la infraestructura urbana básica de una ciudad de más de 20.000 habitantes.
En Monte Cristo, por su lado, el deterioro de la infraestructura de los servicios públicos es notorio y requiere inversiones urgentes. Por ejemplo, en la primera semana de gestión el nuevo gobierno debió lidiar con numerosos reclamos de vecinos por roturas de caños de la red de agua potable, propio de una red deteriorada que lleva décadas sin inversiones importantes.
Los tiempos que vienen para las gestiones municipales que comienzan en este 2023 serán difíciles, serán sin financiamiento para obras públicas y con una gran demanda de ayuda para cubrir las necesidades básicas por parte de los ciudadanos.
Sin embargo, sí nos queda una esperanza para sortear esta etapa difícil.
Deberemos esperar un gran liderazgo de nuestros intendentes y mucha capacidad de sus funcionarios, para así agudizar el ingenio y lograr la cooperación de toda la sociedad, y de ese modo sortear los desafíos. Esos serán los principales recursos para llevar a nuestras ciudades y pueblos hacia un desarrollo sustentable y equitativo que oxigene nuestra democracia.