En un pequeño Dojo de Malvinas Argentinas, cada golpe, cada saludo y cada movimiento cuentan una historia de esfuerzo, respeto y superación. Allí, bajo la guía incansable del profesor Daniel Brizuela —Sensei para quienes lo admiran y siguen su ejemplo— un grupo de chicos y chicas ha encontrado mucho más que un deporte: han encontrado valores, contención y un propósito.
Hoy, ese camino de disciplina los lleva a soñar en grande. El “Mundialito Shin Shu Kan”, una importante competencia internacional de Karate en Brasil, es el nuevo desafío que tienen por delante. Pero para llegar, no solo necesitan entrenar duro, como siempre lo han hecho. También necesitan de algo igual de valioso: nuestra ayuda.
Esta no es solo una historia sobre artes marciales. Es una historia sobre sueños colectivos, sobre un maestro que cree en sus alumnos y sobre una comunidad que puede unirse para hacerlos volar más alto. Porque cuando se entrena con el corazón, el verdadero combate no está en el tatami, sino en superar los obstáculos para poder estar ahí.
¿Hace cuánto están funcionando en Malvinas Argentinas y cómo empezó todo?
Todo comenzó en 1990, en el Club 711, en la primera sección de Malvinas. Mi maestro, Horacio Moreno, llegó en ese momento a dar clases acá, y yo me gradué con él. Hace aproximadamente once años que quedé a cargo de esta institución.
¿Qué significa este espacio para vos y para los chicos que vienen a entrenar?
Para mí, esto es una forma de vida. Acá me relajo, dejo los problemas afuera y empiezo de nuevo. Para los chicos también es un segundo hogar, donde además de aprender karate, se fomenta el respeto y la armonía.
Cuando me hice cargo de la escuela, empezamos con solo tres alumnos. Hoy ya son grandes y trabajan. Con el tiempo se fueron sumando más.
Nuestro estilo es deportivo, no tradicional. Lo uso como herramienta para que los chicos puedan salir de Malvinas, conocer otras provincias, otras realidades. Hace once años que venimos trabajando así.
¿Cuántos chicos vienen al dojo, desde dónde vienen y qué edades tienen?
Tenemos alrededor de 40 alumnos que vienen de toda la zona: Primera, Segunda y Tercera sección de Malvinas Argentinas, Ciudad Mi Esperanza y Floresta. Las edades van desde los 6 hasta los 22 años.
¿Cómo es la realidad de ellos fuera del dojo? ¿Qué desafíos enfrentan?
Desafíos hay muchos, porque cada chico tiene su historia, su familia, sus problemas. Vienen de distintos lugares y con amistades diferentes, pero acá en el dojo se juntan todos, sin diferencias sociales ni de edad. Lo que realmente los ayuda es la unión, compartir valores y trabajar juntos con un mismo objetivo.
¿Qué cambios ves en los chicos desde que empezaron con Karate?
Los cambios en los chicos se notan rápido, a los dos meses ya son más seguros y sociables. No es solo en lo físico, sino en lo mental. Por ejemplo, ya no dudan en pasar al frente en los actos escolares. El año pasado, de los 40 alumnos, 12 fueron abanderados y todos aprobaron el año sin materias previas, con muy buenas calificaciones. Eso para nosotros es un orgullo.
¿Cómo surgió la posibilidad de participar en una competencia en Brasil?
Siempre estamos presentes en competencias dentro de Argentina, ya que al estar federados podemos participar a nivel nacional. Pero como la federación sólo lleva a los mejores de alto rendimiento, muchos chicos quedan afuera. Esta vez se abrió una oportunidad distinta: un evento internacional llamado Mundialito Shin shu kan Brasil, pensado para quienes todavía están en proceso de formación. Así que pudimos llevar a quienes quisieran participar.

¿Qué significaría para ustedes poder estar representando a Malvinas Argentinas?
Para los chicos, esta es una oportunidad enorme. No es lo mismo competir en casa que representar al país en otro país. Esta vez van como visitantes, y eso se vive distinto. Yo tuve la experiencia de estar en un seminario en Brasil, y solo escuchar el himno argentino allá ya fue emocionante. Imaginate lo que es para ellos. Es una experiencia única.
¿Qué sentimientos te genera pensar que podrían cumplir este sueño?
Es una meta muy importante para mí. Cuando era competidor, no pude viajar al Mundial de Chile por la misma razon que los chicos, la económica, y esa espina no se olvida. Por eso, cuando apareció esta oportunidad, no quiero que a ellos les pase lo mismo. Quiero que vean que su profesor hace todo lo posible para que puedan cumplir su sueño.
¿Qué costos implica este viaje? ¿Cuáles son los principales obstáculos hoy?
El costo total por chico es de USD $1000, e incluye todo: pasajes, estadía, transporte la competencia y comidas. La Federación Brasileña nos consiguió alojamientos muy económicos, a 30 dólares por día, con desayuno, almuerzo y cena incluidos. Son seis días de competencia, así que es una gran ayuda para poder concretar el viaje. Hasta el momento solo viajarían 5 chicos.

¿Qué tipo de ayuda están necesitando?
Estamos trabajando en la organización, pero no sabemos si vamos a llegar con el presupuesto. En el torneo nos permiten poner publicidad en nuestra ropa, algo pequeño, según el reglamento. Con este evento internacional, que tendrá cobertura televisiva, estamos buscando sponsors para poder cubrir los gastos. Hasta ahora son cinco chicos los que participarán, pero la idea es llevar a la mayor cantidad posible. El evento será el 14, 15 y 16 de agosto.
¿Ya recibieron algún tipo de colaboración o están recién empezando a buscar apoyo?
Todavía no hemos recibido ninguna colaboración. Estamos trabajando en eso, pero soy nuevo en este tipo de gestión y no sé bien cómo funciona. Normalmente, nos movemos a nivel local con actividades como ventas de empanadas, rifas y bingos para cubrir los gastos. Pero salir a buscar apoyo fuera de eso es algo nuevo para nosotros. Lo bueno es que vamos como parte de la delegación argentina, por lo que nos apoyamos en su experiencia para manejar todo.
¿Qué te motiva a seguir apostando por este proyecto todos los días?
Lo que me motiva es el cambio, tanto personal como humano. Ver cómo se superan día a día es lo más gratificante. Cuando llegan por primera vez al dojo, con miedo e intriga, y al irse lo hacen felices, es un proceso muy lindo. Con el tiempo se forman amistades. Durante los viajes, yo no tengo que levantar la voz, ellos se manejan solos. Parecemos una familia. Es algo hermoso y que hay que vivir para entenderlo.

¿Qué mensaje le darías a todos aquellos que puedan ayudarlos pero aún no los conocen?
Les diría que vengan a ver, que participen, no solo en las clases, sino también para conocer a los chicos. A veces se piensa que los karatekas son agresivos, pero al verlos en el dojo, van a descubrir la humildad que tienen y las dificultades que enfrentan. Muchos de ellos provienen de familias humildes, y he visto a padres endeudarse para que sus hijos puedan viajar. La mayoría de los padres prefieren que sus hijos estén en el dojo y que estén rodeados de buenas amistades; en lugar de la calle . Eso me motiva todos los días.
¿Dónde y cómo se pueden comunicar aquellas personas que quieran colaborar con ustedes?
Pueden comunicarse al teléfono 351-6299-856, Daniel Brizuela, o a través de nuestras redes sociales: Tomohachi Dojo, en Facebook, Instagram y TikTok.

Queda claro que el viaje hacia el «Mundialito Shin shu Kan» no es solo un destino, sino el reflejo de todo lo que estos chicos y chicas han logrado a través del esfuerzo, la disciplina y el amor por el karate. Con el liderazgo del Sensei Daniel Brizuela, han aprendido que los verdaderos campeones no solo se miden por sus victorias, sino por su perseverancia, su humildad y su deseo de seguir superándose.
Hoy, nos encontramos ante una oportunidad única para hacer realidad ese sueño. Este grupo de jóvenes, que con tanto sacrificio se han preparado para competir en el más alto nivel, solo necesita un pequeño empujón: la colaboración de todos nosotros. Un gesto de apoyo puede marcar la diferencia, y juntos podemos ser parte de su historia, acompañándolos en este paso tan importante de su trayectoria.
Que cada uno de nosotros, de alguna manera, aporte su granito de arena para que el dojo de Daniel Brizuela llegue a Brasil y, con él, el corazón de un grupo de jóvenes que sueñan con demostrar que el esfuerzo, la unión y el trabajo en equipo pueden superar cualquier barrera.