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lunes, diciembre 2, 2024
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    Luces y Sombras del Festival: Una Inmersión en el Octavo Evento de la Tierra y la Industria

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    El reciente Festival de la Tierra y la Industria en Monte Cristo, a pesar de los desafíos climáticos y la incertidumbre, resultó ser un evento de altibajos que dejó a la audiencia inmersa en un torbellino de emociones.
    La jornada comenzó con contratiempos: el cielo amenazaba con lluvia y viento, llevando a la reprogramación del evento. No obstante, a medida que la velada avanzaba, el festival logró ganar terreno a pesar de la falta inicial de asistentes.
    Las actuaciones iniciales incluyeron presentaciones de baile seguidas por la sorpresa de Mariela y Rómulo, quienes ahora cantan junto a su pequeño hijo, y la emotiva interpretación de Lucas Belbruno junto a su futura esposa, ambos con una guitarra como compañía.
    El escenario se encendió con la participación del grupo musical de bomberos y el cuerpo de baile municipal, seguido por artistas como Vanesa Ro, Sergio Uran, Miguel Diaz, y el dúo inigualable de Cuti y Roberto Carbajal. La noche trajo risas con la actuación de Capocha Orellana, aunque la naturaleza hizo de las suyas con un viento cargado de tierra.
    Debido a las fuertes ráfagas de viento, algunos optaron por retirarse, buscando refugio o dando por finalizada la noche, mientras otros persistieron, disfrutando la música a pesar de las condiciones desafiantes.
    El broche de oro lo puso el DJ Jonhi Monzon, animando a jóvenes y adultos antes de la actuación más esperada de la noche: la presentación de la banda Chipote.
    Aunque el buffet ofreció variedad, la gran afluencia de personas resultó en cierta desorganización al momento de encargar y retirar, lo cual afectó la experiencia de algunos asistentes.
    Las opiniones locales sobre la organización y la selección de artistas fueron variadas. Si bien se reconoce el apoyo a los talentos locales, muchos esperaban una propuesta más innovadora, con la inclusión de artistas emergentes o con mayor renombre para romper la rutina.
    En resumen, el octavo Festival de la Tierra y la Industria fue un crisol de emociones, desafiando las inclemencias del clima y ofreciendo una diversidad artística que, aunque valorada, generó opiniones encontradas entre los espectadores locales.

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