sábado, julio 5, 2025
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    Nueva era para el pequeño ahorrista

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    Por Cra. Marcela Magnani

    MP 10-12106-3 Tel 351-5211072

    El nuevo escenario económico nos invita a reflexionar sobre que pasara con las finanzas personales del pequeño ahorrista.

    Desde hace generaciones, es de público conocimiento que la clase media y trabajadora convive con la constante lucha de sostener su nivel socioeconómico, mientras su dinero se desvaloriza entre los dedos. A esto se suma la creciente financiación del consumo mediante tarjetas de crédito, en un intento por ganarle a la inflación, y la incertidumbre permanente sobre qué ocurrirá con los salarios.  Todo esto nos ha convertido en verdaderos malabaristas de la economía personal.

    Del dólar al desconcierto: el cambio de mentalidad
    Anteriormente, el refugio más común para los pequeños ahorros era la compra de dólares.  Esta práctica, que la economía de los últimos 40 años nos enseñó casi como una especialidad, nos permitía pensar que, al menos, algo de dinero no se evaporaría a fin de mes. Ya fuera para comprar una heladera, cambiar el auto, mejorar el televisor o adquirir un par de zapatillas, el dólar era la tabla de salvación frente al descontrol de los precios. 

    Sin embargo, la realidad económica actual cambia por completo nuestra perspectiva. Una economía que apunta a la baja de la inflación – un fenómeno desconocido para muchos -, sumada a la expectativa de que el dinero conserve su valor de un mes al otro, nos obliga a repensar hacia donde dirigir nuestros ahorros.

    El ciudadano promedio, que tenía cierto margen para ahorrar, solía entender fácilmente cuánto ganaría con un plazo fijo, o cuánto valía su dinero en relación al dólar. Así, mantener ahorros en moneda extranjera resultaba una estrategia segura.

    Hoy, el desafío es mirar más allá de lo habitual: buscar nuevos refugios, asumir riesgos y apuntar a que nuestros ahorros no solo se mantengan, sino que se capitalicen y se transformen en una fuente real de ingresos pasivos.

    Las personas aversas al riesgo probablemente continúen optando por cuentas bancarias o el ahorro en dólares. Sin embargo, quienes aspiren a una mayor rentabilidad podrían animarse a invertir en criptomonedas, acciones de empresas nacionales o extranjeras, bonos o letras del Estado.

    La realidad de nuestro país está cambiando, para sorpresa de muchos. Nos toca adaptarnos, aprender y diseñar nuevas formas de inversión personal. El futuro financiero ya no puede sostenerse solo en la vieja costumbre de «guardar dólares debajo del colchón»; ahora, la clave parece estar en diversificar.

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