José Blangino corrió por sexta vez el Dakar. Por segunda vez, llegó a la meta. En una entrevista nos contó detalles sobre la carrera, a bordo de una Toyota sobre la que pudo lograr el mejor desempeño, respecto a años anteriores. Esta vez quedó en el puesto 59º. “De terminarlo, ya soy feliz”, dijo.

Llegamos al taller de Pipo y lo encontramos relatando vivencias de la carrera. En sus palabras y gestos se nota la pasión que lleva en las venas. “A mí el Dakar me encanta, es pura adrenalina”. Difícil es imaginar lo que se siente dentro de ese auto, fácil es intentarlo si se tiene al lado al piloto recién llegado de su travesía, la ca rrera más difícil del mundo. “De 118 autos llegaron 67”, cuenta. Se siente satisfecho, se lo ve feliz. Su Toyota Land Cruiser todavía cubierta del polvo. “En el Dakar está quién gana y después quién llega. Ya terminarlo es muy difícil, nosotros tenemos la suerte de haber llegado otra vez” expresa. “¡El equipo es muy lindo! con Dinoto (Daniel) y la Rata (Claudio Bustos), mi hijo Juan Ignacio, el acompañante (Luciano Gagliardi), nos hemos divertido muchísimo! expresa, y destaca una y otra vez que el logro es, justamente, de todo el equipo. “Nos cagamos de risa, veníamos contando cuentos con Luciano”, relata Pipo, con esa simpatía que lo caracteriza.

El Dakar es considerado el rally más famoso y es, sin duda, el más duro. En esta edición la suerte estuvo del lado del equipo en cuanto a inconvenientes técnicos. “Se rompió la caja de transferencia, y el embrague se gastó, pero eso es normal. Por suerte no tuvimos ningún problema ¡Si iba a dos por hora!”, bromea. “La etapa 9 fue la única que nos atrasamos, no pudimos llegar, porque no pudimos pasar. Hasta ahí venía bien (en la etapa 7 llegó hasta el puesto 47) después de eso largaba atrás de los camiones porque me agregaron 16 horas. Ahí estaba número 26”, se lamenta.
“Donde sí lo pasamos realmente mal fue en Uyuni, por la altura. A mi no me hizo tanto, me dolía la cabeza, pero hubo mucha gente que necesitó oxígeno”. La carrera en esa etapa llegó a los 5.800 metros.

En el ámbito de la carrera, Pipo se mueve como pez en el agua. “A mí me dicen ‘el cordobés’, siempre vienen a pedirme un poco de Fernet”, cuenta entre risas. También herramientas, piezas. “No podes cambiar motor, pero poder dejar el block y cambiar piezas. Yo ni parabrisas de repuesto tengo”, dice. El dato contrasta con el de los equipos más grandes, que salen prácticamente con un auto nuevo cada día y tienen mucha gente trabajando. “No podés competir contra ellos, todos las etapas cambian gomas y amortiguadores. La diferencia es que es su trabajo, le pagan a ellos por estar ahí, por ir adelante. Creo que eso debería ser parejo para todos, para que el espíritu del Dakar permanezca como era antes. Nosotros éramos 4 en el equipo y Peugeot, por ejemplo, 89”. Sobre esto destacó: “Eso sí, también tiene que ver el estado físico. Yo no he hecho ningún ejercicio, no me cuido con las comidas, nada, estas son mis vacaciones. Yo volví el domingo a la madrugada a las 5, como a las 10 me levanté a tomar mates con Adriana”. “Hoy me fui a la fábrica y acá estoy! ¡Voy a seguir corriendo siempre, mientras se pueda!”, sentenció.

pipo dakar
Lo primero es la familia

“Adriana me dijo: ahora que la chata anda fuerte, no me llevás”, contó entre risas. Su mujer, quien lo acompañó durante 5 años, confesó extrañar muchísimo ir al lado de Pipo en la carrera. Embarazada, esta vez no pudo sumarse a la aventura. Lo seguía por Internet y todas las noches se comunicaban. “El único momento de bajón que tuve fue cuando me hicieron sacar el nombre de mi familia del parabrisas” cuenta, un tanto emocionado. Esto sucedió el día de descanso “¡Pero si tiene el nombre de mis hijos y mi mujer, no es publicidad! les dije yo. Pero bueh, si no lo sacaba no me dejaban largar”.

El vehículo

La Toyota Land Crui ser tiene motor de Chevrolet Camaro 6.2 litros y una caja de velocidad de camión. “No es secuencial. Esta es una caja de Ford 1722, me costó 2.800 dólares 0km, venida de Brasil. La que usan los Mini Cooper, los Peugeot, cuesta 700.000 pesos. Hay cosas que me parecen tirar la plata, ¡con eso compró un camión más para la fábrica!” expresa. “Le faltan un par de cositas porque es su primer Dakar, pero nada que ver, con este llegaba a las 16.30 y con el UTV llegaba a las 4.30 de la mañana. Arreglaba y volvía salir”. Lo importante es terminar, concluye.