En los pequeños pueblos, la cercanía con ciudades más grandes aparece como una amenaza en este sentido. Pero no es la explicación única.

Arroyo Cabral, por ejemplo, a 18 kilómetros de Villa María, suma 2.900 habitantes. Empezaron hace un año con un grupo de prevención de adicciones: hacen encuestas y reuniones con vecinos, padres y alumnos. También dictaron normas como prohibición de fumar en lugares públicos, restricciones a la venta de alcohol y su ingesta en fiestas de 15 años. “Teníamos muchos problemas con chicos que tomaban desde muy temprana edad”, explicó el intendente Pablo Alcalino. Dijo que “las adicciones están en todos lados y ya hay chicos que tuvieron que internarse”. “Nos dimos cuenta de que no es sólo para las ciudades grandes”, acotó Alcalino.
Recientemente organizaron una reunión entre la Secretaría de Coordinación en Prevención y Asistencia de Adicciones de Córdoba (Sepadic) y docentes de Arroyo Cabral, Luca y La Palestina. La idea es trabajar en red entre poblaciones cercanas, con una realidad similar.
En La Palestina viven 600 personas y admiten preocupación. Jorge Benegas, director de la escuela Luis Piedrabuena, lo explicó: “En pueblos chicos estamos exentos de algunas cosas, pero los jóvenes van a otros lados, como Villa María y Villa Nueva, donde hay un contacto permanente con esos flagelos”.
Patricia Montero, directora de la escuela Joaquín V. Gonzalez, de Luca, contó que su municipio convocó a representantes de una granja para adictos para que dieran charlas. Como en otros pueblos, entiende que no se puede negar la presencia de drogas entre los chicos. “Se escuchan comentarios, más en el nivel medio”, apuntó. Opinó que puede haber una influencia de Villa María. “Pero no todo viene de allá”, razonó.
La Policía, también. La Policía aporta datos en la misma dirección. En el último año hubo procedimientos policiales con hallazgo de droga en la mayoría de los pueblos del departamento San Martín. Se secuestraron dosis de marihuana y cocaína, de entre cinco y 20 gramos, en localidades como Arroyo Algodón, Las Mojarras, Chazón, Arroyo Cabral, Etruria y Tio Pujio.
No son grandes cantidades ni situaciones que lleven a allanamientos de domicilios, pero evidencian que la presencia de la droga está generalizada.
Más ejemplos. En localidades pequeñas del departamento San Justo el tema también ocupa un lugar en la agenda, hasta años atrás inexistente. En varios pueblos de la zona de San Francisco, autoridades locales y grupos de padres están organizando acciones para prevenir adicciones.
En el centro de salud mental del hospital Iturraspe, de San Francisco, admiten que crecen las internaciones de personas por adicciones a alcohol o drogas. Y en parte, llegan de pequeños pueblos de la región.
Desde la Asociación Nazaret, una ONG dedicada a la rehabilitación de drogadependientes en San Francisco, se indicó también que cada vez son más las consultas que reciben para iniciar tratamientos y que la demanda llega ahora también de pequeñas localidades.
En el departamento Tercero Arriba, Colonia Almada apenas supera los 700 habitantes. Su intendente, José Peralta, cuenta que varios vecinos le plantaron meses atrás la inquietud porque había chicos del pueblo que consumían droga. Desde entonces, se comenzó a trabajar con instituciones en planes de prevención.
Cerca de allí, en Pampayasta Sud, el intendente Enrique Baum comentó que “se ven sólo algunos casos, por adicciones al alcohol, que la Policía tiene bajo control”. En cambio, acotó que en verano, cuando llega “gente de afuera” al balneario “se aprecia que hay más consumo y problemas”.
Hacia el sur, en el departamento Río Cuarto, el intendente de Berrotarán, Fredy Decarlini, señaló que “ya no se puede obviar” que el consumo de drogas también es un problema de los pequeños pueblos. Dijo que, ante algunos casos detectados en esta localidad de siete mil habitantes, desde el municipio se intensificaron acciones de prevención.
La misma situación se calca en cientos de pequeños pueblos más del interior, que en este rubro terminan admitiendo que ya no son lo que eran.
En Sinsacate, los vecinos reaccionaron
Denuncia. A fines de mayo, unos 25 vecinos de Sinsacate (1.200 habitantes, cerca de Jesús María) manifestaron ante los concejales su preocupación por el creciente consumo de drogas.
Conocimiento. La mitad de los presentes aseguró allí conocer cómo se está vendiendo y dónde se consumen drogas. También cuestionaron la venta de alcohol a menores en diversos comercios.
Temor. Sin embargo, dijeron que no formulan denuncias por temor a represalias. Fue la primera vez que en esta pequeña comunidad el tema se expuso públicamente ante autoridades municipales y policiales.
Fuente: La Voz