El pasado sábado dos de julio la economía y la política argentina recibieron un simbrón cuyos únicos precedentes hacen rememorar a algunos opinólogos aquellas épocas del infame comienzo de siglo (2001). El exministro Martín Guzmán presentó su renuncia formal tanto al presidente como a la opinión pública a su cargo de cabecera en el Ministerio de Economía, en el mismo momento en que la vicepresidenta, Cristina Fernandez de Kirchner (cuya organización política ya venía pronunciándose tanto implícita como explícitamente en desacuerdo con la gestión económica del hoy ex ministro), entonaba su retórica por el aniversario del fallecimiento del expresidente Juan Domingo Perón, ocurrido el 1° de julio de 1974, en un escenario popular con amplio apoyo de organizaciones políticas y sociales afines.
Es de público conocimiento la interna política tripartita en la coalición de gobierno del “Frente de Todos” (aunque sean “todos”, pero por separado): El llamémosle “Albertismo”, el Frente Renovador del Presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa, y el “kirchnerismo duro” de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, que terminó por ser el elemento armador final de la coalición allá por el año 2019. La renuncia de Martín Guzmán al ministerio de economía terminó por develar las dificultades del economista en lo que refiere a experiencia en la praxis política, y su tendencia al soslayo del carácter político de su investidura. El exministro, llegado al poder en 2019 de la mano del Presidente Alberto Fernández, trajo consecuencias posiblemente graves para el ejercicio de gobierno del frente de todos, pero sobre todo a la figura del presidente en gestión.
Guzman llegó con todos los recursos técnicos más que suficientes para ocupar el rol de Ministro de Economía, con una formación en la universidad de La Plata y posteriormente académico de las universidades de Brown y Columbia (siendo discípulo de Joseph Stiglitz), y parecía que su gestión estaba más que respaldada por la política, hasta su discernimiento sobre las medidas económicas que, según los sectores más fundamentalistas del Frente de Todos, no eran las adecuadas para marcar el rumbo de nuestra Patria en cuanto a la gestión se refiere.
Los dos conflictos más grandes a los que se debía enfrentar el economista se perfilan como 1) Las obligaciones de pago producto de la deuda contraída durante el gobierno macrista, cuya refinanciación logró ser pactada, y 2) La inflación, problemática histórica en lo que refiere no solo a nuestro país, sino a toda la región latinoamericana y potenciada por un contexto inflacionario global donde se disputa la hegemonía económica del patrón dólar.
La inflación no dio descanso en prácticamente ningún momento de su gestión, mes a mes incrementándose sin dar tregua, y tanto las políticas económicas que Guzmán implementó como los discernimientos políticos de la interna chocaban de lleno en marco del principal conflicto de este amplio (amplísimo) Frente de Todos.
En lo que atañe a las internas del gobierno actual, las mismas constituyeron la principal causa que le impidió a Guzmán realizar su gestión a su compartida voluntad con el Presidente, ya que si bien contaba con con la designación y defensa del mismo, este significó un respaldo político insuficiente para su dinámica de políticas económicas.
El recorrido de Martín Guzmán como ministro de economía fue sin lugar a dudas de los más complicados en lo que respecta a la historia reciente de nuestro país, recorrido que a pesar de las dificultades se constituye como el más duradero de los ministros de economía desde la vuelta de la democracia. Posteriormente a esta designación de la nueva Ministra Silvina Batakis, previamente Secretaria de Provincias en el Ministerio de Interior (Cuyo titular es el funcionario Eduardo “Wado” de Pedro), representa una nueva posibilidad para poder dirigir el rumbo de una economía que viene golpeada y destrozada por el gobierno anterior, abiertamente neoliberal, serán el combate de la inflación y la recomposición de los salarios reales los desafíos más importantes que deberán encarar esta nueva administración del fisco nacional.Si bien los principales planteos en la TV pública de la flamante Ministra de Economía de la Nación giraron en torno a lo no-suba de retenciones, la política del equilibrio fiscal y el cumplimiento de las obligaciones financieras internacionales, nuestro equipo se pregunta lo siguiente: ¿Será suficiente un “lavado de cara” en el Ministerio de Economía para dejar atrás una interna sangrienta como la del Frente de Todos previo a un año electoral? ¿Podrá la nueva Ministra enfrentar a las dinámicas destructivas cíclicas a las que se somete nuestra economía con un “bataKazo” de gestión? Su amplio historial académico y de gestión en economía, junto a su tez política que ganó siendo Ministra de Economía de Daniel Scioli en la Provincia de Buenos Aires, da esperanzas a la opinología argentina. Los resultados hablarán por sí solos.
